(+ Esta foto la tomé en Mar del Plata. La roca se pule y se incrusta un anillo de acero inoxidable para poner la caña de pescar mientras uno se asolea y recurre a la paciencia de un monje budista para esperar a que algún pez pique).
Cati Vaucelle mantiene funcionando el blog que más visito, después de Microsiervos y TTSO, y se ha convertido en un referente obligado en mis lecturas y clases. En un posteo reciente escribió una frase que me ha dejado pensando varios días sobre la pertinencia del diseño. La frase en cuestión es esta:
"With the industrial revolution we lost our ability to intervene on the design of our objects."
Hace poco hablaba en mi clase de semiótica sobre lo interesante que podría resultar el hecho de recuperar las manos cuando comemos, es decir: olvidémonos del tenedor, cuchillo y cuchara. Si cada quien tuviera que trabajar en encontrar la mejor forma de comer, sin herramientas, no habría duda alguna de que hasta nuestros hábitos alimenticios cambiarían radicalmente. Siempre digo que nuestras dos más grandes características son:
a) somos la civilización del dedo opuesto, es decir: el pulgar,
b) somos la especie que es capaz de contar su propia historia.
El problema empieza cuando somos incapaces de conocer el funcionamiento del mundo, de las cosas que nos rodean, de los objetos que usamos; pero el problema se acentúa cuando no somos lo suficientemente aptos para modificarlos por nuestra propia cuenta. Cualquiera podría profetizar la extinción de la raza humana si sigue comportándose de esa manera tan despreocupada, si continúa dejando la transformación de todo a gente que solo busca obtener ganancias económicas o territoriales. Si no se piensa de manera histórica estaremos condenados a desaparecer.
Todo esto he estado pensando desde que leí la frase de Cati Vaucelle, y es que no hay manera de defender la revolución industrial si se mira desde la perspectiva que ella plantea. Hablamos de usuarios que usan pero que al mismo tiempo son inútiles, o están perdidos, sin nuestros modelos de uso o sin nuestras aplicaciones. ¿Salvadores del mundo? No lo creo, más bien creo que actualmente los diseñadores estamos promoviendo la ignorancia y la falta de practicidad, utilidad, de nuestros propios instrumentos de defensa y preservación: las manos, los pies, los ojos, la nariz...el cerebro.
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