s e m a t e k a

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Seré la fisura que no habitas.

24.12.08 by Andrés Jáquez

Hoy sacudí las vísceras y me ví en la necesidad de recurrir a uno de mis tantos pasados. Sobrevivir a las embestidas de mi propio apocalipsis me tomará memoria y caminatas nocturnas, en silencio.


FISURAS I


Veía la televisión

cuando resolví que el amor viaja en barco,

arreglé las maletas y emprendí el viaje.

Muy azul era el océano de tus recuerdos

y silenciosos mis pensamientos sobre tí.

Un día nadé tanto que terminé casi muerto.

En el hospital recolectaba enfermeras

y paredes blancas,

comía gelatina,

tomaba pastillas con té de manzanilla

y veía incesantemente el televisor,

decidí que el amor viajaba en avión

y preparé el paracaídas.


FISURAS II


Al amor hay que regañarlo constantemente,

día y noche, hora tras hora, no dejarlo que maniobre,

que se escape a mediodía por la ventana o

que pida ayuda al vecino de enfrente.

Hay que tenerlo amarrado de la oreja a un picaporte,

a una pata de la cama, al tendedero,

a un clavo en la pared,

colgarlo en el closet bajo llave.

Cualquier error de nuestra parte podría ser fatal.

Llenaría de amantes la alfombra

y las cortinas, y las sábanas

y toda la casa entera transmutaría en orgías por la noche y por el día.

Por eso hay que comprarle el barquillo cuando se le antoje,

la lancha, el luchador, el soldadito y el tren

cuando se le antoje para que siga queriéndonos

y que se olvide que enfrente existe un vecino ofreciendo ayuda,

que a un lado está la ventana y el teléfono,

el rutinario policía del barrio

y mil amantes detrás de la puerta, en el pasillo.


FISURAS III


No moverse

y atarse a la locura.

Quedarse acostado en la cama,

oliendo la lluvia,

preguntándose sobre cualquier cosa

y decidir dejar de fumar.

Desabrochar el cierre de los sueños

y soñar todo el día

con la inmovilidad,

con la escasez de movimientos útiles y afortunados.

Una y otra vez desayunar viendo las noticias

y confirmarse en la resolución inmóvil del universo,

frágil y rápidamente urbano:

que es mejor no moverse ni un centímetro, no existir,

no hablar, no ver,

solamente cobijarse hasta la cabeza

y disfrutar del frío que se siente en los pies,

oler a la lluvia

y pensar poemas pero no escribirlos.


Andrés Jáquez / Otoño de 1998

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